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Adictos, pandilleros, traficantes de drogas consumidos por la Palabra en lugar de devorados por las calles
Incluso si no terminaban matándole, no había muchas maneras positivas en que aquello pudiera terminar.
David Wilkerson, un delgado predicador de la Pennsylvania rural, se enfrentó a la ciudad de Nueva York en las décadas de 1950 y 1960, llevando a muchos desde las profundidades de la adicción hasta las alturas de la salvación. A partir de entonces, durante los siguientes cincuenta años, se dedicó a predicar a los oprimidos, los olvidados y los desplazados en el resto de la nación.
Wilkerson tenía una perspectiva radical y creía que Dios podía hacer, y haría, grandes cosas entre los rechazados y los perdidos. Tuvo persistencia contracultural, negándose a darse por vencido con las personas de la calle incluso cuando ellos mismos se habían dado por vencidos. Y tuvo una percepción sobrenatural: miraba a los ojos de drogadictos y pandilleros y veía a Cristo.
Wilkerson llevó una combinación de evangelio y amor firme a las calles de la ciudad de Estados Unidos más infestada de delitos, simbolizado en su libro best seller, la cruz y el puñal. Ahora leera el resto de la historia relatada en su totalidad por su hijo, Gary.
En este historia fascinante llena de sufrimiento, esperanza y pasión, David Wilkerson le desafiará a tomar en serio el llamado de Dios a amar a los más pequeños, como si su vida dependiera de ellos.