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Comenta el autor: Obra seguramente de colaboración, alguien del equipo compuso unos poemas capaces de expresar la fe de la comunidad en Jesús, el supremo Inspirado, en el que se hace presente Dios. Pero estos poemas no aparecen como un conjunto de himnos que nos sitúan en mística contemplación ante el mundo de lo divino, sino que se enraízan en la prosa que desciende a cuanto ocurre en la vida del cada día de Jesús, invitando al creyente a tener otra mirada hacia ella. No es una lectura fácil la de Juan. Pero nadie que lo haya saboreado puede olvidar el poema del Logos, la conversación con Nicodemo o con la Samaritana, las historias de las bodas de Caná, del tullido de Betesda, del ciego de nacimiento o de Lázaro, las imágenes del agua viva, de la luz o del pan de vida, el grano de trigo, el pastor que da la vida o "como yo os he amado"... Juan nos ha dejado un libro vivo, en el que la comunidad lectora tiene que elegir activamente entre dos o tres alternativas cómo quiere que terminen las secciones más importantes. Se anticipa con esto en muchos siglos a este tipo de literatura creacionista.
Benito Acosta hizo unos escarceos por este evangelio por los años 1962-67. Después de traducir el texto y estudiarlo en varios especialistas, hizo un análisis literario del prólogo. Ahora, casi medio siglo más tarde, lo ha saboreado nuevamente como a un añejo vino y, tras publicar sus ensayos sobre los Sinópticos, nos ofrece los frutos de su contemplación.