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¿Y si Dios, mezclándose en la aventura humana, se hubiera trasladado del cielo al infierno?
¿Y si para encontrarlo no fuera necesario mirar al cielo, sino dentro, en la parte más sucia e indecente de nosotros?
¿Y si el pecado no fuera lo que condena a la criatura a una irremediable lejanía de Dios, sino el único "lugar" para vivir el encuentro con Él? Deshojando el Evangelio, nos surge una pregunta: ¿y si fuese así?
En la reflexión personal de muchos cristianos está todavía presente un concepto de Dios no evangélico, es decir, que no proviene de cuanto ha sido revelado verdaderamente por Jesús, sino que es una idea completamente personal, extraída de quién sabe qué legados catequéticos e interpretada a través de alguna terribles imágenes del Antiguo Testamento.
PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL INFIERNO es una invitación para purificar el propio concepto de Dios a la luz del Evangelio.