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Con exquisita sencillez, la autora ofrece una excelente panorámica del calendario hebreo con sus fiestas y conmemoraciones, y explica el origen e importancia de cada una de ellas, así como las normas y costumbres que se siguen en sus celebraciones. Para ello, recurre a los textos bíblicos que en buena parte determinan esas festividades, y a textos rabínicos y litúrgicos que completan su significado.
El calendario hebreo fija hitos en el tiempo. Año tras año, escoge unos días y los hace especiales para que el alma judía, vuelta sobre sí misma y libre de trabajos y preocupaciones materiales, los dedique a la reflexión, a renovarse, a cumplir el mandato de recordar, santificar, conmemorar hechos singulares que conformaron la historia del Pueblo de la Alianza.
Días de alegría o penitencia -de plegarias, siempre- que invitan al hombre judío a volverse a Dios, Padre misericordioso, Dador de la Torá, para agradecerle sus bondades, ensalzar su Nombre Santo, pedir su ayuda e implorar su perdón. Fiestas vivificadoras, a través de los tiempos, del espíritu de un pueblo milenario que, gracias a ella y pese a mil dispersiones, se ha mantenido unido y fiel en su fe e identidad.