Información Extra
Agustín de Hipona [353-429] es un fenómeno único en la historia de la Iglesia cristiana, admirado y respetado por igual por católicos y protestantes como el Campeón de la verdad, frente a los errores maniqueos, arrianos y pelagianos. Lutero, refiriéndose a los Padres de la Iglesia, dijo: «Agustín me agrada más que todos los demás, porque enseño una doctrina pura y sometió sus libros, con humildad cristiana, a la Sagrada Escritura». Su influencia teológica y filosófica sigue vigente. Apela por igual a la razón, a las emociones y a la voluntad, y constituye una fuente clara a la que muchos recurren después de sentirse cansados de un cristianismo superficial.
Dentro de la colección PATRÍSTICA, los escritos de Agustín de Hipona son uno de sus pilares básicos. Este Tomo II de los tres dedicados a las obras de Agustín va dedicado por completo a su obra autobiográfica, probablemente la más leída y conocida y que más ha influenciado a la sociedad. Sus: Confesiones, trece libros autobiográficos de san Agustín de Hipona escritos entre el 397 y el 398.
Agustín escribe sus Confesiones para dar a conocer a Dios. Siguiendo la humildad impuesta por el cristianismo a la vanidad humana, Agustín no busca glorificarse a sí mismo, sino todo lo contrario. Su autobiografía le sirve para conocerse a sí mismo conociendo a Dios y, al conocer a Dios, conocerse a sí mismo y a los demás. Siendo ya Obispo, afamado orador y escritor, para evitar las alabanzas de sus dones en lugar del dador de los mismos, o sea, Dios, Agustín se propone escribir unas confesiones que resalten la grandeza de Dios y el lector llegue a conocerle en sus debilidades.
Las Confesiones son el primer intento de acercamiento del hombre a sí mismo, por vías de profunda intimidad. Agustín descubre el prodigio y la maravilla de la personalidad humana: a Dios en el hombre y al hombre en Dios. Durante siglos haber leído las Confesiones se consideraba como requisito indispensable de toda persona culta. Y en nuestros días siguen siendo la mejor exposición del contraste entre la maldad e incapacidad humana para superarse espiritualmente; frente a la exaltación de la gracia y poder divino que doblegan esa resistencia natural del hombre.