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La figura de Jesús marcó profundamente a Khalil Gibran desde su infancia, transcurrida en el seno de la fervorosa comunidad maronita del Líbano.
Gibran pone en escena a setenta y ocho personajes contemporáneos de Jesús, que lo describen cada cual a su manera, y multiplica los puntos de vista y las aproximaciones psicológicas, emocionales, físicas y espirituales a una personalidad fuera de lo común. Revelados en una infinidad de facetas, el itinerario terrenal de Jesús y su sentido nos parecen más cercanos. Pues, para Gibran, el Hijo del Hombre es también el símbolo del yo humano que se supera a sí mismo, se desprende de su individualismo egocéntrico para ir a Dios y, por esta vía ascendente, alcanza la plenitud de la existencia.