Información Extra
Buena parte de nuestra sociedad se encuentra en shock a causa del controvertido tema de la igualdad de género. La masacre de 49 muertos y 53 heridos en Pulse, un Club gay de la ciudad de Orlando (Junio 2016) desencadenó un aluvión de reacciones y declaraciones lamentables: por parte de algún líder evangélico, tan radicalizadas y faltas de amor, tan impropias del espíritu de Cristo, que hacen enrojecer de vergüenza al resto de los que llevamos el nombre de cristianos; y como reacción lógica, por parte de colectivos homosexuales, otras en el mismo tono, acusando al cristianismo de homófobo, pasando por alto que la postura de uno o varios individuos no puede ser tomada como exponente de la opinión de todo un colectivo tan heterogéneo como es la Iglesia cristiana.
El propósito del autor de este libro es aclarar conceptos, y establecer de una manera clara la posición del cristianismo evangélico en este tema, que no es homófoba en absoluto, pero que tampoco está dispuesta a ceder y cambiar su visión de la sexualidad y la familia, según entiende que revela la Palabra de Dios. ¿Cuál es su posición? La transcribimos en sus propias palabras:
"Queremos rebatir una injusta acusación que se nos hace: "Los cristianos que no están de acuerdo con el estilo de vida homosexual son homófobos". Nada más lejos de la realidad, pues la homofobia es contraria al espíritu del evangelio. Los cristianos no podemos ser homófobos, en el sentido estricto del término que implica "miedo, odio, desprecio o violencia contra las personas de condición u orientación homosexual". Bajo este punto de vista, la homofobia es tan negativa como la xenofobia o la propia misantropía, y lleva a ignorar derechos humanos fundamentales como la libertad, la dignidad y el respeto. Derechos que el colectivo LGTB posee como cualquier otra persona, no por el hecho de ser homosexuales, ni que se desprenda de su condición homosexual, sino que derivan de su condición de seres humanos hechos a imagen y semejanza de Dios. La iglesia cristiana asume esto y se opone abiertamente a la homofobia y la condena, lamentando igualmente que aquellos que también la condenan, nos acusen de homófobos, por desgracia participando ellos mismos de la misma actitud intransigente.
"Sin embargo, el hecho de que no se deba odiar, maltratar o coartar la libertad al colectivo homosexual, no presupone que uno deba compartir como moralmente aceptables sus postulados y su conducta. Oponerse al activismo gay no es homofobia, es simple y llanamente ejercer nuestro derecho constitucional y de relaciones humanas básicas, a no estar de acuerdo con su ideario y práctica de vida homosexual. La opinión de cualquier persona en el ámbito de la moral individual o social, religiosa o filosófica, debe ser respetada como parte fundamental del derecho a la libertad de expresión. Y en este ámbito la inmensa mayoría de las confesiones cristianas no estamos de acuerdo con el estilo de vida homosexual ni con su equiparación legal en el mismo status que el del matrimonio heterosexual. Por tanto, los cristianos no imponemos nuestro criterio ni mucho menos pretendemos que aquellos que no lo compartan, sufran nuestro rechazo. Pero si bien no lo imponemos, sí lo defendemos y por ello exigimos con humildad pero con firmeza, que se respete nuestro posicionamiento a pensar diferente.
"Por ello, defender la heterosexualidad y promover que la homosexualidad no es buena, tampoco debería ser considerado ilegal, pues la libertad de expresión todavía garantiza que la simple opinión sobre el carácter bueno o malo de algo, sin alentar o promover el odio ni el rechazo contra las personas, nunca debería ser considerada objeto de sanción. Por supuesto que no nos dejamos intimidar ante leyes por muy constitucionales y democráticas que sean, si contradicen la Palabra de Dios y abiertamente desafían nuestros valores. Nos tocará respetarlas pero nadie nos puede obligar a aceptarlas, ya que lamentablemente no todo lo legal es moralmente aceptable, al menos para los cristianos. Y si lo fuere entonces estamos claros, pues la Palabra dice: "Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres"
"Los cristianos, en el ámbito de las libertades personales, respetamos a las personas que escogen vivir un estilo de vida homosexual y no entra en nuestro criterio ni voluntad intentar cambiarlas o disuadirlas de su libre elección. Esperamos lo mismo de ellos. Sin embargo toda persona que acuda a nosotros considerando que su atracción por el mismo sexo es algo con lo que no quiere convivir, o aún que acuda a nosotros con una confusión en cuanto a identidad de género, encontrará comprensión y ayuda para afirmar o reconducir su orientación sexual. Este es el objetivo principal del libo".