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Muchas han sido las explicaciones que el ser humano ha buscado a la experiencia del mal y por múltiples vías religiosa, filosófica, literaria, artística, pero ninguna de ellas ha satisfecho plenamente al corazón humano, ni ha llegado a ser aceptada universalmente.
La vivencia del mal y el sufrimiento del inocente ha sido interpretada por muchos como si el ser oculto de Dios en esta cuestión, demostrase y evidenciase su no existencia, siendo este uno de los argumentos más propuestos desde el ateísmo y el agnosticismo, arguyendo que es imposible una búsqueda objetiva de Dios y que la experiencia humana de mal debe circunscribirse a lo visible en las estructuras humanas. Ante esto cabe preguntarse, si el cristianismo tiene algo que dar o aportar diferente a las respuestas ya catalogadas como insuficientes. ¿Es creíble que la fe en Cristo tenga algo que decir ante esta cuestión?