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Habiendo estado esclavizados al pecado, aceptamos con naturalidad que las cosas pecaminosas son satánicas; pero ¿creemos también que las cosas del mundo son satánicas? Muchos de nosotros, creo, dudamos aún de esto. Sin embargo con cuánta claridad nos afirma la Escritura que "el mundo entero está bajo el maligno" (1Jn. 5:19). Satanás bien sabe que, hablando en términos generales, es vano e inútil procurar enlazar a los verdaderos creyentes por medio de cosas que son positivamente pecaminosas. Se darán cuenta del peligro y lo eludirán. De modo que ha ingeniado una red seductora, tan hábilmente confeccionada que atrapa hasta los hombres más inocentes. Huimos de los deseos pecaminosos y hacemos bien, pero cuando se trata de cosas tan inocuos como la ciencia, el arte y la educación, ¡con qué facilidad perdemos nuestro sentido de valores y caemos presa de su seducción!