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Recuerda haber conocido a alguien que cambió su vida? Quizá su sonrisa iluminó su día. O sus palabras alentadoras eran justo lo que necesi taba. Qui zá l e present ó a al gui en que sabía de un trabajo disponible, o le dijo de una casa que estaba en venta. Un simple encuentro puede cambiar su día o incluso su vida. La vida de Mateo fue cambiada cuando conoció a Jesús. Y este recaudador de impuestos pasó el resto de su vida convenciendo a otros de que Jesús era más que un carpintero. Mateo nos recuerda que Jesús es nuestro Rey.
La serie ESTUDIOS BÍBLICOS PARA CÉLULAS POR MAX LUCADO trae a la vida al Nuevo Testamento en 12 lecciones llenas de intrigantes preguntas, historias inspiradoras, reflexiones profundas y espacio para llevar un diario. Estas características la convierten en una de las series de guías de estudio de más éxito de ventas para usarse en grupos celulares, gr upos de estudio bíblico e individuos. Busque los otros libros de esta serie.
Max Lucado es el pastor principal de la iglesia Oak Hills en San Antonio, Texas. Está casado con Denalyn y son padres de Jenna, Andrea y Sara. Es autor de múltiples libros de gran éxito de ventas y es el autor inspirador más destacado de los Estados Unidos.
Lección 1 Dios en carne y hueso
Lección 2 Venciendo a la tentación
Lección 3 Hay poder en la oración
Lección 4 La compasión de Cristo
Lección 5 Siga a Cristo
Lección 6 La gran invitación del cielo
Lección 7 Receptividad espiritual
Lección 8 Pan de Vida
Lección 9 Humildad
Lección 10 Cuando nos perdemos del Mesías
Lección 11 Los últimos días
Lección 12 ¡Él vive!
Introducción al libro de Mateo
Uno se pregunta qué fue lo que Jesús vio en Mateo.
Él era un recaudador de impuestos. Esta profesión no ha sido muy popular en ninguna época, pero especialmente en los días de Cristo. Los recaudadores de impuestos eran los traidores de Palestina. Les quitaban a los de su propio pueblo y se lo daban a Roma. Con tal de que cumplieran con su cuota, ellos podían cobrar los impuestos que querían y la cantidad que querían.
No solo Mateo era un recaudador de impuestos; era un recaudador público de impuestos. Algunos recaudadores conducían sus negocios en forma clandestina. Contrataban a contrabandistas para que se encargaran de hacer el trabajo sucio. En el caso de Mateo, él mismo se encargaba del suyo. Era de las peores sanguijuelas que uno pudiese encontrar. Estacionaba su limosina en las partes más sucias de la ciudad, armaba su mesa y estiraba la mano.
Allí se encontraba cuando Jesús lo llamó.
Uno se pregunta qué fue lo que Jesús vio en Mateo. Al mismo tiempo, uno se pregunta qué fue lo que Mateo vio en Jesús. Quiero decir, mírelo. Sus uñas sucias. Manos callosas. Agujeros en sus sandalias. Sin una sede principal. Sin oficina. Sin comité. Sin influencia en la iglesia local.
El clero no lo quería ver. Sus seguidores parecían más acusados en un juicio o astutos jugadores de billar que seminaristas.
¿Este sujeto se hace llamar el Mesías?
¡Qué pareja hacían los dos! Pero Mateo aceptó la invitación de Cristo y nunca regresó. Pasó el resto de su vida convenciendo a la gente de que este carpintero era el Rey. Jesús hizo el llamado y nunca se retractó. La relación que Jesús tuvo con Mateo puede servir para convencernos de que, si Jesús tenía un lugar para Mateo, puede que también tenga un lugar para nosotros.