Vuelve Melchor Marín. Y vuelve a Barcelona, donde lo reclama su íntimo amigo, el inspector Blai, para investigar un caso delicado: alguien está chantajeando con un vídeo sexual a la alcaldesa de la ciudad. Escoltado por una pléyade de personajes memorables, cargando a cuestas con su remordimiento por no haber encontrado a quienes mataron a su madre, pero también con su inflexible sentido de la justicia y su rocosa integridad moral, Melchor debe desmontar una extorsión que no se sabe si persigue el simple beneficio económico o la desestabilización de la situación política. Y tras ella va a adentrarse en los círculos del poder, un lugar donde reinan la ambición sin escrúpulos, la brutalidad corrupta y el cinismo. En ese sentido, esta novela absorbente y salvaje, conmovedora y catártica, puede leerse como un retrato demoledor de la élite político-económica barcelonesa y del humus en el que hunde sus raíces el proceso secesionista catalán. Pero también puede leerse como un furioso alegato contra la tiranía de los dueños del dinero y los amos del mundo.