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En "El Espíritu Santo", Sinclair B. Ferguson considera que: "Aunque su obra se ha reconocido, el Espíritu mismo sigue siendo hoy un aspecto anónimo y sin rostro del ser divino para muchos cristianos".
Con el fin de restablecer el equilibrio, Ferguson busca recuperar por completo el quién del Espíritu así como el qué y el cómo, en la misma medida.
El estudio de Ferguson está arraigado en la historia bíblica del Espíritu en la creación y en la redención, e impulsado por ella. De principio a fin demuestra ser absolutamente conocedor de la teología histórica que la iglesia mantiene con respecto al Espíritu, a la vez que está familiarizado con la amplia variedad de cristianos contemporáneos que han explorado la doctrina del Espíritu Santo.
Se hace un estudio de las cuestiones fundamentales, se aclaran y además se escudriñan las preguntas difíciles y se les da respuesta. Cada página irradia claridad y un profundo conocimiento.
Cristianos de todos los trasfondos teológicos pueden aprender mucho de este enfoque amplio de la doctrina del Espíritu Santo.