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El autor aborda una de las claves más importantes para la lectura inteligente de la Biblia. Intenta eliminar lo que él llama "herejía del literalismo". Consiste en la lectura servilmente literal de la Biblia, obligándola a decir lo que ella no quiere ni puede afirmar, tomando al pie de la letra lo que debe ajustarse a los diversos géneros literarios del lenguaje humano. Como en toda obra literaria, la lectura puede sujetarse a lo que la letra dice pero, sobre todo, al significado de los relatos, diferenciando el género literario histórico, el poético, el alegórico, el simbólico, la leyenda, el mito, el relato milagroso, el género dramático o la historia popular.
Además del aspecto literal y literario, otra clave importante es el conceptual: los siete días de la creación, la salida de Egipto y el paso del Mar Rojo, la travesía de un desierto interminable a base de milagros increíbles y calamidades sin cuento, las plagas, las guerras incesantes, el concepto de un Dios antropomorfo que actúa como lo hacen los hombres y tiene los mismos sentimientos... estas y otras claves deben ser comprendidas para desmitificar todo aquello que ha sido entendido durante siglos como "literalismo", "fixismo", "arcaísmo", "fundamentalismo" o "herejía del literalismo". El autor ha realizado su labor durante décadas, apoyándose en el trabajo de exegetas destacados y en documentos de la Iglesia, como el Vaticano II y, sobre todo, el magnífico documento titulado: "La Interpretación de la Biblia en la Iglesia".