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John Stott nos comparte aquí sus convicciones relativas a la tarea del predicador evangélico. Para ello, recurre al estudio de cinco palabras del vocabulario del Nuevo Testamento relacionadas con el tema (administrador, heraldo, testigo, padre y siervo). Luego, define el mensaje y la autoridad, la proclamación y la invitación, la experiencia y la humildad, el amor y la ternura, el poder y la motivación del predicador. No aborda cuestiones como las técnicas, los métodos o los problemas de la comunicación; más bien se refiere a puntos más básicos, asuntos que toda persona llamada al ministerio de la Palabra debería conocer. Rogamos a Dios que esta obra despierte en muchos predicadores y maestros un ardiente deseo de amoldar su ministerio al modelo perfecto que Dios nos ha dado en su Palabra